Quería darte las gracias, por destrozarme el corazón, por hacerme tanto, tanto daño. Gracias por hacer añicos todas nuestras promesas, por decirme que me debes mucho y que vas a estar conmigo toda la vida y dejarme sola. Gracias por hacerme llorar tanto, por hacer que deje de creer en ti y en que puedo conseguir todo lo que me propongo. Gracias por darme el mundo y luego reírte de mí, porque creí que por abrir mucho la boca, podía comérmelo de un bocado. Gracias por los abrazos, que ahora tanta falta me hacen. Gracias por decirme que soy el Sol, que nadie puede eclipsarme y ahora dejarme a la sombra. Gracias por decir que soy la persona en quien más confías y no contarme nada. Gracias por decir que soy parte de ti y ahora tratarme como a una extraña... Gracias por decir que soy mucho más que tu amiga, por decir que me amas y ahora contestar que me hablas como a cualquier otro amigo. Gracias por todo este dolor... Gracias por hacer que diga que ni te quiero ni te odio, que me eres indiferente, y hacerme tan débil y vulnerable que ni yo misma me lo creo. Gracias por ser el peor error de mi vida y hacerme desear no haberte conocido nunca. Si alguna vez, de veras deseaste protegerme, siento decirte, que has fallado, que nunca jamás me he sentido más triste y más sola; que si alguien de veras ha hecho que desee desaparecer, ese eres tú. No sé si podré mantener la promesa de no irme de tu lado hasta que tú no me lo pidas, porque no sé quién eres... Yo creía en ti, confiaba en ti, y te quería. Aún peor, te quiero. Porque siempre has curado mis pesares. ¿Cómo iba yo a imaginar que mi ángel de la guarda podría abrir una herida en mis entrañas, que haga a mi alma partirse en dos y desangrarse? ¿Por qué sigues ahí dentro? ¿Por qué sigues viviendo en mi corazón? Déjame sobrevivir tranquila... Vivir, ya sería pedir demasiado. Gracias por ser la persona más importante este año. Pero nunca te perdonaré que me hayas abandonado.
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